Un giro de noventa grados ha llevado a los jardines extenderse hacia arriba, han pasado del plano horizontal al vertical; parece una especie de magia o truco que ocurre cuando vas caminando por la acera, enfocando la mirada en el concreto, hasta que decides levantarla, y ves aquellos verdes en dirección al cielo, dándole vida a la ciudad tan gris, cubierta de concreto por todos lados, es como un fragmento de la naturaleza que llegó a la ciudad.

Una tendencia que ha logrado integrar la naturaleza al paisaje urbano que va más allá de producir impacto visual. Además de ser agradable a nuestra vista, se trata de un gran desarrollo sustentable, entendido éste como un crecimiento de la humanidad pensando en el medio ambiente.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) las ciudades deberían disponer de 10 a 15 m2 de espacios verdes por habitante, pero son muy pocos los centros urbanos que cuentan con el espacio disponible para esto, es por ello que los jardines verticales, muros verdes o greenwallsrevelan una opción para el balance medioambiental.

Fue el francés, botánico Patrick Blanc el precursor de ésta idea, patentándola en 1988 y denominándolo murvégétal (muro vegetal). Él explicaba que la tierra no es más que un apoyo mecánico, y que lo que realmente necesita las plantas es agua y los muchos minerales disueltos en ella, junto con la luz y el dióxido de carbono necesario para realizar la fotosíntesis.


Lo proyectó como una segunda piel del edificio, basada en una estructura metálica que proporciona una capa de aire que actúa como sistema de aislamiento térmico y fónico, a ésta se sujeta un panel de PVC expandido de un centímetro de espesor, llamado panel de soporte, que le brinda rigidez a la estructura y la hace impermeable; por último una capa de fieltro de poliamida se adhiere al PVC, se trata de un fieltro especial que no se pudre y por su gran capilaridad permite una distribución homogénea del agua. Las raíces se adhieren al fieltro, y la estructura evita que lleguen a la pared y causen daños a ésta. Las especies de plantas a utilizar se deben escoger de acuerdo a las condiciones climáticas del entorno. El riego se realiza desde la parte superior y es recogida por un conducto que se encuentra en la parte inferior.

Algunos más comprometidos con la arquitectura sustentable, han sumado al diseño de los jardines verticales sistemas de captación y almacenamiento  de aguas de lluvias, así como aires acondicionados vegetales, que combinan las ventajas del muro verde, utilizándolo como refrigerador y filtro de aire.

Cada vez son más los que se arriesgan a voltear el jardín, a dejar de un lado los comunes horizontales y deciden irse por lo más sustentable, aprovechando al máximo el espacio; porque gracias a su peso tan ligero pueden ocupar grandes metros, ya sea en exteriores o interiores, manteniendo la temperatura en invierno y reduciéndola hasta cinco grados en verano, creando así ciudades ecoeficientes.