En Colombia llueve mucho, como en todos los países tropicales. Vélez es colombiano, nacido en Manizales en 1949 y su reto como arquitecto fue construir para ese clima. El bambú se convirtió en su aliado funcional. O mejor, la madera de Guadua, de la familia del bambú, es el elemento estructural permanente y distintivo en sus edificios residenciales y comerciales.

Influenciado por el Modulor de Le Corbusier, vivía convencido de que un techo o una habitación no debía exceder una cierta altura. Hasta que pisó Indonesia. “Aprender acerca de la arquitectura en Indonesia fue algo radical en mi vida... sus enormes techos de bambú construidos sin ningún tipo de restricción o reserva” .  Indonesia pasó por él como un vendaval. Observó a la gente pobre construyendo techos de 10 o 15 metros de altura con sus propias manos.  “Es una afirmación cultural para crear algo importante –pensó-  una especie de exhibicionismo sin presumir”. Fue un descubrimiento, una especie de remezón profesional. Llegó a posicionarse como uno de los arquitectos de referencia a la hora de señalar a los responsables de la promoción del bambú para construir techos con grandes voladizos. Este arquitecto ha diseñado edificios de Bambú en más de 11 países y en diciembre de 2009 recibió el Principal Prince Claus Award.

Su conexión con la guadua fue casi una rebelión generacional. Creció con Elvis Presley y Santana, con Los Beatles y Los RollingStones, con aquella globalización que fue en verdad una explosión de sensibilidad. Facilitó una relación con la naturaleza que antes no existía. Motivó volver la mirada y el corazón hacia los materiales naturales. Fue un gran rompimiento, una especie de deslinde con la vieja guardia. Su padre era librepensador, pero conservador al fin. La generación se Simón operó el corte y las que siguen aún se benefician de aquél proceso que aportó personalidad y protagonismo a los extensos guaduales que aguardaban en Manizales.

Simón Vélez completó sus estudios en la Universidad de Los Andes en Bogotá, con un enfoque arquitectónico principalmente modernista; Le Corbusier y la Bauhaus fueron los referentes principales en su educación. Sin embargo, con la mente abierta, Vélez comenzó a explorar la arquitectura indígena, el uso de los materiales tradicionales y la presencia de la diversidad cultural de las calles de Colombia.

La Guadua Angustifolia fue tema para un gran trabajo de tesis. Diseccionó las características de este bambú lechoso, tan útil para el hombre colombiano. Sin ese recurso -asegura- el desarrollo de la importante zona cafetera habría sido totalmente diferente.

No se comprende Vélez sin la guadua. La describe como “una especie forestal representada por esbeltos y modulados tallos que enaltecen el paisaje  de los valles interandinos. Es larga, recta, uniforme en su desarrollo, liviana, hueca, resistente, suave, de rápido crecimiento, bello color e imperceptiblemente cónica”.  En este encomiable trabajo científico conocido como “Simón Vélez, Símbolo y búsqueda de lo primitivo”, hizo lo que todo profesional riguroso debe: investigar, procesar, interpretar y publicar. Tal vez no se haya expuesto algo más completo sobre el llamado “bambú colombiano”, desde que los primeros colonizadores y campesinos le otorgaron a la guadua la importancia que merece.  Fue pieza fundamental en el proceso poblacional ocurrido en la región del viejo Caldas. Con ella se hace de todo, casas, camas, soportes para el fogón, instrumentos musicales, tarros para alimentos, estacas y talanqueras para potreros, canoas y, como bien puntualiza Vélez, fue el soporte de toda una raza, los colonos. Como símbolo de civilización en esas tierras, era el equivalente a la porcelana para Asia, la piedra para Europa  y el hierro y el cemento para los Estados Unidos.

Este material natural tiene características asombrosas que sedujeron al arquitecto. Frente a otras especies de bambúes comunes en las regiones tropicales, cuya utilización abarca desde la alimentación (de los brotes) hasta el uso en cestería y muebles livianos, la guadua es una especie con cualidades propias que la hacen apta para su uso como elemento estructural y de cerramiento en construcciones.

Se ha fabricado con guadua viviendas, pabellones, iglesias, bibliotecas, restaurantes. Salvo el corte que se hace con maquinarias adecuadas, la construcción empleando guadua es totalmente artesanal. Una aplicación de la guadua, muy atractiva por sus posibilidades técnico-expresivas, es el de emplearla para hacer puentes.  Pero es su uso en la vivienda popular en donde puede brindar los mayores servicios.

Hotel Crosswaters Ecolodge & Spa, China

Simón Vélez ha realizado construcciones consideradas emblemáticas con este material. Su trabajo se ha desarrollado en base a la exploración de las cualidades estructurales de la Guadua, esta planta que se adapta a una amplia variedad de climas, alcanzando los 15 metros de altura al año de desarrollo y una gran resistencia a los 4 años de maduración. Su cultivo y procesamiento es ecológicamente sostenible y es una de las mejores plantas en absorber el dióxido de carbono de la atmósfera.
Junto a su socio Marcelo Villegas, Vélez inventó nuevos métodos de carpintería y nuevos sistemas de soporte estructural, transformando el material en un recurso moderno y flexible, que puede ser usado en todo tipo de edificios y que cuenta con una muy buena resistencia sísmica gracias a su elasticidad. Además, es muy ligero para ser transportado.

Simón Vélez  es un ícono de la arquitectura en Colombia, se acerca al medio siglo de exitosa trayectoria y ha diseñado edificaciones en bambú en Alemania, Francia, Estados Unidos, Brasil, México, China, Ecuador, Jamaica, Panamá, India y, por supuesto, en su Colombia natal. Ha creado una ingeniería clásica y estética que incorpora al bambú como elemento estructural permanente en construcciones de muy distintas escalas. Su trabajo demuestra como el bambú eco-sustentable es fuerte y hermoso y puede reemplazar tanto a la madera como al concreto en diferentes proyectos de construcción. Su trabajo, excepcional e innovador, excede el uso del material que trabaja de manera genial.

Pabellón Zeri, ManizalesNo deja de aconsejar el esmero por aprender. “La peor calamidad para un pueblo es la ignorancia –proclama a los cuatro vientos-. La educación es el fundamento de cualquier desarrollo humano y cultural, es lo que aporta calidad de vida a la gente”.

Su obra se compone de diferentes tipos de edificios: -entre muchos otros- una Iglesia en Pereira, Colombia; el Museo Nómada del Zócalo en Ciudad de México; un lodge de ecoturismo en las montañas de NanKunShan en la Provincia Guangdong, China; una tienda de bajo consumo energético en Girardot, Colombia y el Pabellón ZERI  para la Expo 2000 en Hannover, Alemania.

En este último proyecto, el arquitecto diseñó y construyó un pabellón de 2000 m2 para la Fundación ZERI (Zero EmissionsResearch and Initiative); una estructura de Bambú, cemento reciclado, cobre y una mezcla de barro, cemento y paneles de fibra, también de Bambú. Fue la primera vez en la historia que una estructura de este material recibió un permiso de construcción en Alemania y, con 6.4 millones de visitantes, llegó a ser el pabellón más popular de la exposición.

Sede Carder, RisaraldaVélez trabaja con un equipo de artesanos que pasan de 300, todos calificados por él como habilísimos. Está orgulloso. Reconoce que si no fuera por esa cualidad, nada de lo que hace sería posible. Va y viene de China y la India, en cansones periplos, “y todo -registra una entrevista concedida en 2013- por culpa de la guadua, material con el que este manizaleño se construyó un prestigio en Colombia y el mundo”. Es un colombiano nada impredecible, es decir, adicto al café. No le falta jamás un lápiz y se burla de los arquitectos que no piensan con las manos, sino con el computador. No se ocupa de la ropa, antes bien, se jacta de vestirse mal. A fin de cuentas, es un lujo que se puede dar después del inmenso prestigio acumulado. A estas alturas se descubre cansado de diseñar para las señoras y sus caprichos, así que un buen día decretó: haré "menos casas para los ricos y más puentes y viviendas de interés social".

Hace algunos años participó en el diseño del Crosswaters Eco-lodge, en los bosques de la ReservaNanKunShan Mountain, en China. Este fue el primer proyecto comercial en usar el bambú como principal componente estructural a gran escala en todo Asia. Recibió el premio American Society of LandscapeArchitects 2006 - Analysis and PlanningAward of Honor.

En una ocasión le preguntaron qué le enseñó Manizales, su ciudad natal y respondió así: “Me pareció importantísimo aprender a no ser liberal. De haber nacido en tierra caliente sería como Álvaro Uribe. Gracias a Dios soy de Manizales, de madre conservadora, Gloria Jaramillo, y padre liberal, Roberto Vélez, aunque todo el mundo le decía Rober, sin la t”.  Su padre fue arquitecto. Era buen diseñador, y excelente  dibujante.  Estudió primero Ingeniería en Bogotá porque no existía la carrera y, en época de la guerra, se fue para Estados Unidos a estudiar Arquitectura. Pasó por la Universidad Católica de Washington. El abuelo era constructor y se hizo muy rico haciendo viviendas para pobres. Simón pertenecía a una familia pudiente pero en un mal paso de  luna  el padre quebró y por eso fue el único de tres hermanos al que tocó estudiar en Bogotá.


La obra que le abrió el camino al reconocimiento público fue la sede del Club Puerto Peñalisa, “fue el primer encargo importante que tuve trabajando con guadua. Le debo mi aparición en la luz pública a esa obra”.  En una entrevista hace un par de años describió así su éxito: “Hace 3 décadas descubrí que si le ponía cemento a los caños vacíos de la guadua, eso me permitía hacer uniones estructurales. A nadie se le había ocurrido eso en el planeta. La limitación de la guadua para hacer estructuras es que es hueca, pero con una pendejada tan elemental como abrir un roto y llenarlo de cemento, hice una conexión extraordinaria que da importantes resultados. A partir de ese descubrimiento, la guadua se volvió para mí un acero de origen vegetal. Su resistencia es impresionante”.

Antes, ni siquiera volteaba a mirar a la guadua pues era “la madera de los pobres”; al fin y al cabo, Colombia es un país con maderas extraordinarias y la guadua era como la pariente fea. Aún tiene ese estigma de que no luce muy bonita en el paisaje, pero Vélez se ha encargado de reivindicarla. Está casado con la guadua para siempre y está dispuesto a serle fiel.

No se considera un artista frustrado. Para nada. Es un arquitecto en toda regla.  “La arquitectura afortunadamente no es como los deportes, que uno muy temprano se queda obsoleto; al contrario, en la arquitectura uno muy joven no sirve para nada. Es un oficio de experiencia, de viejos. Ahora miro lo que hice hace 10 años y me parece muy primitivo. Un arquitecto joven no sirve para nada y lo digo yo, que fui joven y que critico mis obras”.

Uno de sus proyectos más recientes es el Museo Nómada del Zócalo en Ciudad de México, donde se expuso el trabajo de Gregory Colbert, "Ashes and Snow". En el año 2010 fue parte del equipo del pabellón de la India en la EXPO 2010 de Shanghai, China, junto a SanjayPrakash y PradeepSachdeva.


Hoy, que se confiesa fatigado de diseñar casas para gente rica,  pretende dedicarse a la ingeniería: “Quiero hacer grandes estructuras. Estoy “encarretado” con proyectos de interés social, implementando una técnica mixta de concreto, acero y guadua laminada. Ya montamos una fábrica en Manizales, y esa es una opción a la crisis del café. Los productos forestales, como la guadua, serán más importantes que cualquier grano”.  Lo único que lamenta es que las grandes corporaciones piensen que la guadua se va a extinguir si  se  la corta.  “Es tan absurdo –dice- como pensar que por comer huevos se acabarán los pollitos”. Una guadua es un bambú perezoso y crece doce centímetros en promedio; quiere decir que en 100 días hay 12 metros. En 200 días hay 25 metros, que es lo que crece, y hay que esperar tres años para que no crezca más.

Museo Nómada, zócalo Ciudad de México
Su prédica es coherente con su praxis: “Uno tiene que ser biodiverso. Los arquitectos no pueden ser tan mineralistas. El concreto y ladrillo es arquitectura de las cavernas y el hombre no viene de las cavernas. El hombre es arborícola y nuestra mano es prensil para poder agarrarnos de las ramas de los árboles. En mis conferencias siempre digo que la arquitectura tiene que ser un poquito más vegetariana. Las culturas orientales siempre tienen una descripción del carácter del ser humano. Una sabia máxima en la vida viene de ellas: hay que ser resistente y flexible como el bambú.

“El único creador es Dios -no se cansa de repetir-. Los seres humanos solamente descubrimos y redescubrimos, con disciplina y sensibilidad, pero no inventamos nada. Nadie es creador, solo Dios”.-

 Por: Macky Arenas